UN GRAN DEBATE SE APROXIMA

El Estado es producto de la necesidad de protección del hombre frente a sus enemigos. Por ello, el aparato público se ha ido acomodando a las necesidades de protección de sus ciudadanos en base a antiguos y nuevos enemigos. Con la propagación de la pandemia ocasionada por el Covid-19, se vienen grandes cambios para el Estado Moderno que se observaran al momento de combatir el virus y después, al intentar salir de sus infortunios.
Se ha evidenciado que tanto los modelos autoritarios como las democracias liberales han tenido aciertos y fracasos en la lucha contra el virus; sin embargo, las decisiones en ambos modelos han ingresado a la esfera de los Derechos Humanos tanto de contagiados y no contagiados; colocando el derecho a la vida y la salud por encima la libertad, la pregunta es: ¿por cuánto tiempo?
El historiador y filósofo Yuval Noah Harari, ha pronosticado que el debate entre autoritarismo eficiente y democracias solidarias va a marcar la nueva narrativa en la representación política interna de cada Estado y sus relaciones internacionales. En la última entrevista que le hicieron al conferencista, hace la contundente declaración de que el mito de la libertad que sostienen los regímenes democráticos de occidente está en prueba y que, su sostenibilidad como régimen político dependerá de la capacidad que tengan de luchar contra el virus.
La República Popular China al ser el primer país en el mundo en afrontar la crisis del Covid-19 ha demostrado que no todo es malo en un Estado autoritario; incluso se ha emitido estratégicamente un discurso donde queda validado las limitaciones a la libertad en favor de ese deber protector del Estado. Por ello algunos se animan a decir que, el gigante asiático ha podido construir una nueva versión del Estado Moderno: el Super-Estado. Colocando en crisis la democracia liberal como régimen político.
El manejo del virus que ha tenido la China lo ha llevado a un plan ambicioso de apoyo internacional, no solo a los países en desarrollo o de ingresos medios; sino, también a los países del primer mundo. En un primer momento la respuesta italiana al ofrecimiento de apoyo por parte de Beijing fue negativo, esperando una colaboración real de la Unión Europea que no pudo concretarse. A la semana, el Gobierno de Xi Jinping envió millones de mascarillas, medicamos y recursos humanos para luchar contra la pandemia en suelo europeo. Es difícil de creer, en vista de todos los movimientos internacionales que se realizan desde la República Popular, que esos apoyos solo tengan una misión humanitaria.
Por su parte, las respuestas de Occidente fueron únicamente intelectuales. Vemos por ejemplo, un Vargas Llosa acusando a China de ser el responsable de la pandemia por su manejo oscuro y tramposo, propio de todo autoritarismo; y por otro lado, Luigi Ferrajoli exigiendo la aprobación de una Constitución Planetaria sobre un embrión que sería los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos. Con la intención de dar una respuesta global a los nuevos enemigos del hombre, que también son planetarios.
Al igual que el Covid-19, el virus autoritario no demorará en llegar al Perú; por lo que, la propuesta del modelo autoritario y eficiente se colocará con facilidad en el debate público, máxime si de acuerdo a algunos estudios sociales la idea de un Gobierno o Estado de “mano dura” tiene una importante simpatía y auspicio en la población.
Lo cierto es que, después de la disolución del Congreso el último 30 de setiembre y la llegada de la pandemia; el neoliberalismo peruano ha sufrido una crisis profunda e inesperada, que definitivamente llevará a grandes reformas del Estado. Si bien la libertad económica ha sido la garante del régimen democrático peruano, también es cierto que el mito de la República cercana a los doscientos años ha permitido defender la institucionalidad y las propuestas de reforma. Pensar que en el Perú se mantenga la libertad como sostén ideológico del Estado lo veo muy complicado. Lo que parece más probable es el robustecimiento del Estado y la des-patrimonialización, haciendo que el Perú, probablemente, pueda asumir el cambio a una democracia solidaria.
Existen mucho retos y sacrificios que nos trae la pandemia; sobre la primera etapa el Perú no ha estado preparado, sobre el camino se han ido tomando medidas acertadas y errores que nos costaron y seguirán costando. Sobre la segunda etapa que es, la reconstrucción del mundo en el sentido político y económico; el Perú no puede llegar tarde a la discusión como ocurrió en el pasado, debemos estar preparados.

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