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jueves, diciembre 7, 2023
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LIBERALES SI, NEOLIBERALES NO

A propósito del primero de junio, fecha en la cual los acciopopulistas de todo el Perú conmemoran un año más del Ultimátum de la Merced, algunos fundadores, dirigentes y excandidatos de Acción Popular han emitido un pronunciamiento público que, en resumen cuestionan un supuesto acercamiento de la bancada de Acción Popular en el Congreso de la República a una tendencia izquierdista; esto en consecuencias del proyecto de ley que propone reformar la Constitución, y otras iniciativas legislativas que tratan de regular los contratos de servicios y arrendamientos por parte del Estado. Además de la picota del Congreso hacía el sector empresarial.
Entre los firmantes del documento resaltan los nombres de Raúl Diez Canseco y Alfredo Barnechea. El documento no es casual a nuestro juicio, y tampoco tiene que ver únicamente con la propuesta de reforma constitucional vía referéndum, desde hace algún tiempo los oportunos operadores políticos del señor Raúl Diez Canseco han ido acusando a otros candidatos de ser militantes ideologizados marxistamente, y que incluso están alterando el pensamiento belaundista con una mutación imperdonable. En otras palabras, el último pronunciamiento tiene un evidente objetivo electoral de cara a las internas presidenciales; pero lo más preocupante es que, tratan de establecer una especie de pensamiento único, una interpretación auténtica de la ideología acciopopulista y el pensamiento de Belaúnde. Un pronunciamiento anti-democrático e incluso anti-estatutario. ¿Alguien puede jactarse que solo él y nadie más puede decir lo que quiso decir Belaunde?
Al respecto, es importante mencionar que el Estatuto de Acción Popular, documento en el cual reposa los principios y valores de la ideología acciopopulista, no hace referencia a una posición de defensa del mercado o de un economicismo liberal; al contrario, de manera textual en su artículo 2º establece que “Acción Popular es un Partido Democrático, Nacionalista y Revolucionario que tiene por objeto en la política peruana servir a los intereses del país”. Cursiva mía.
Desde otro punto de vista, el histórico, Acción Popular nace como un movimiento político que discutió a la dictadura odriísta el derecho a ser elegido y elecciones libres, es decir, como una respuesta ciudadana y juvenil ante la oligarquía militar en 1956. Fernando Belaunde fue uno de los políticos y líderes nacional que se atrevieron a criticar el autogolpe de Estado del cinco de abril de 1992, ha pesar de las amenazas del régimen fujimorista. Por último, fue el expresidente Valentín Paniagua quien lideró el país en su gobierno transitorio tras la crisis moral e institucional que nos dejó la autocracia fujimorista. Entonces: ¿por qué defender un modelo económico, si el proyecto político que sostiene ese modelo fue antagónico a los dos principales líderes históricos de Acción Popular?
Por lo menos en los hechos históricos, las distancias entre el modelo neoliberal que defienden los firmantes del pronunciamiento y Acción Popular son bastantes amplias.
Como se sabe, las ideologías y doctrinas de cualquier organización política para que tengan vigencia en el tiempo no pueden ser estáticas, requieren un ejercicio objetivo de concretización en el tiempo. Las realidades del Perú de 1956 no son las realidades del Perú del siglo XXI. Alberto Flores Galindo explicaba que somos una república sin ciudadanos, antes de 1980; por su lado, Alberto Vergara en el 2013 establece que, ahora, somos ciudadanos sin república. En ese sentido, toca definir la concretización del acciopopulismo en el siglo XXI, y, con mayor razón, su deber en esta crisis ocasionada por la COVID-19.
Alberto Vergara, en la segunda edición de su libro titulado Ciudadanos sin República, realiza un importante aporte sobre los proyectos políticos más importantes del Perú contemporáneo, él indica que en los últimos 20 años solo se han podido construir dos proyectos políticos, ambos desde el poder o la administración del Gobierno Central: el proyecto republicano de Valentín Paniagua y el proyecto modernizador de El Perro del Hortelano de Alan García que además lo impuso desde su segundo gobierno.
Mientras que el “hortelanismo” considera que los peruanos tienen el estatus de emprendedores (así como el pronunciamiento neoliberal de Diez Canseco), el proyecto republicano de Paniagua considera ciudadanos y personas; El Perro del Hortelano cree que la inversión privada traerá modernización y progreso, para ello el Estado debe brindar todas las facilidades; por su lado, Paniagua considera que la re-institucionalización y re-democratización de la República es esencial, y para ello debe existir una reforma, incluso moral, del Estado.
A pesar del corto espacio en el que abordamos la problemática ideológica de Acción Popular, está claro que el Partido que llevó dos veces a la presidencia del Perú al arquitecto Belaunde no es una organización que abrace una tendencia ideológica marxista; pero tampoco es un partido que defienda los grandes intereses empresariales y patrimoniales. Si se realiza un análisis cuantitativo del Estatuto de Acción Popular, se podrá notar que la palabra mercado prácticamente no aparece en el Estatuto, la palabra libertad aparece en tres oportunidades; las palabras democracia y Perú son las que más veces se utilizan con 14 y 13 veces respectivamente. Sigo sin entender de dónde sale ese acciopopulismo neoliberal.
Acción Popular es un partido democrático, liberal y peruanista en su etapa embrionaria; y, sobre esa base, debería ser además un partido republicano e institucionalista por el proyecto de transición democrática que levantó Valentín Paniagua, el mismo que permite el sostenimiento de la frágil democracia peruana que siempre anda en crisis. No es un partido que defienda el neoliberalismo, ni en la práctica política y tampoco en la discusión ideológica.

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