TUPAC AMARU, RENATA FLORES Y EL INTIRAYMI

Desborde y crisis del sector cultura

Estos días una suerte de escándalo sacudió las altas esferas del gobierno, se trató de la contratación de un cantante por el Ministerio de Cultura. Hasta seis ministros de dicha cartera pasaron desde que se le contratara por primera vez en 2018, por un monto acumulado de más de 170 mil soles en sucesivos contratos. El presidente tuvo que hacer un mea culpa y decir que el Estado debe ser austero, y es bien cierto que los esfuerzos deben concentrarse en los sectores salud y agricultura, pero educación y cultura no pueden de ninguna manera descuidarse. Y la austeridad de presupuestos no tendría que significar que el sector cultura en particular se contraiga al extremo de encargarse únicamente de generar un padrón de artistas y gestores culturales afectados por la cuarentena.
Mientras en dicho ministerio se cuecen habas, se desarrollan interesantes actividades. La cuarentena obliga a la modificación de los formatos tradicionales de las actividades culturales, y la virtualización se impone como una nueva normalidad. Foros y reuniones por zoom, meet, y exposiciones por facebook conforman una nueva oferta cultural para la ciudadanía. Hace un par de semanas la Municipalidad de Cusco organizó un conversatorio internacional sobre José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II, con motivo de recordarse un aniversario más de su martirologio, prestigiosos académicos de la ciudad y especialistas de diversas partes del mundo expusieron sus investigaciones sobre la gran rebelión, y también se organizó una misa a la memoria del inca, la cual llegó a generar un conato de polémica acerca de cómo preservar la memoria de esa gesta. Dicha actividad cumplió así su objetivo, motivar el recuerdo y la reflexión sobre un personaje histórico fundante del país.
Túpac Amaru es uno de nuestros máximos héroes culturales, pero hoy en día tenemos también personajes que están desarrollando sus propias gestas, en esa lucha heroica de los pueblos del Perú profundo por preservar tradiciones culturales de origen milenario, como el idioma. Es el caso de la joven cantante Renata Flores, cuyos videos en los que interpreta conocidas canciones de la música pop al quechua tienen millones de reproducciones, y que durante esta cuarentena ha desarrollado un importante trabajo de promoción de la lengua quechua, y ha sido la protagonista de artículos en importantes medio de la prensa extranjera como el New York Times, que la ha llamado la reina del trap en quechua, y en medios más exóticos como la prensa en la India, ese país con más de mil millones de habitantes, en el cual al parecer la propuesta estética de Renata Flores cala. ¿Por qué el ministerio de cultura no impulsa a cantantes como ella en vez de contratar a Richard Swing? Renata Flores llegó a Cusco el 2017 invitada por la DDC Cusco cuando desde la Subdirección de Industrias Culturales organizamos la IV FIL Cusco. En esta cuarentena sus canciones, ella misma como persona, nos recuerda que el quechua es un idioma y una cultura viva.
Las industrias culturales en el país no pueden paralizar, por ello es necesario valorar el trabajo de quienes apuntalan el sector. Así por ejemplo la Universidad Diego Quispe Tito inauguró hace unos días una muestra virtual de sus alumnos. En esta coyuntura el trabajo de nuestros artistas debe considerarse también estratégico, entramos de lleno a la era de las pantallas, y la creación de los artistas locales debe ser entendida también como acto de resistencia frente a la hegemonía cultural que reina en la red, que nos ofrece abrumadoramente contenidos uniformizados según los parámetros occidentales. Todos los niños quieren cantar en inglés, hasta que alguien como Renata Flores muestra que es posible cantar también en el idioma de los abuelos.
De ahí que es necesario que ciertas actividades no dejen de llevarse a cabo, como el Inti Raymi. Este año no es posible celebrar las fiestas de Cusco, ni tener un mes jubilar. Este año Junio tendría que ser un mes de reflexión, y en el Inti Raymi podríamos evocar la ceremonia de la Situa, que en el incario consistía en un tiempo ritual de purificación de la ciudad, durante el cual se espantaban los males y las enfermedades. Bien el Inca (en una ceremonia donde simbólicamente tendría que estar rodeado de un sequito muy reducido) podría este año pedir la protección de la madre tierra, y convocar a la humanidad a repensar la relación del hombre con el medio ambiente, ese sería un mensaje universal que se oiría con atención aquí como en la China.

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