¿VÍA EXPRESA O VÍA CRUCIS DE LOS CUSQUEÑOS?

Vecinos y empresarios amenazan con acciones radicales en caso se incumplan plazos.

La obra de la Vía Expresa se ha con­vertido en un martirio y un calvario para los cusqueños. Los trabajos in­conclusos, la demora de los mismos, las múltiples observaciones de la Contraloría, el perjuicio económico, las viviendas afectadas, entre otras tantas situaciones adversas es el dolor de cabeza diario de los vecinos que ven con escepticismo la conclusión del proyecto en el mes de mayo del presente año.

La ejecución de la Vía Expresa de­manda una inversión que supera los 300 millones de soles, y comprende 6.8 kilómetros con proyección de ca­rreteras con cuatro vías, ocho carriles, ciclovía bidireccional, puentes, óvalos, minigimnasios, separadores centrales y accesos peatonales con semaforiza­ción.

La obra comenzó durante la gestión del ex gobernador Jean Paul Benaven­te a inicios del 2021 y se tenía previsto concluirla en 22 meses, pero no se ha cumplido. Con la nueva gestión, un nuevo plazo se fijó que determinó el culmen de los trabajos para mayo del 2024. Pero, a semanas de agotarse este nuevo plazo, los problemas no dejan de aparecer, generándose dudas so­bre el cumplimiento del cronograma fijado. La presentación de las lluvias en la Ciudad Imperial incluso podría agravar esta situación.

Un equipo de prensa de Qosqo Times está semana recorrió la Vía Expresa junto a los vecinos de la zona y pudo constatar el grave estado en el que se encuentra la obra y el perjuicio que viene generando a los vecinos y em­presarios del sector.

Ronald Hermoza, propietario de la empresa Ceramoza, que se dedica a la venta de materiales de construcción y decorativas, es testigo en carne propia del perjuicio de una obra que parece no tener conclusión y que ha golpea­do seriamente la actividad económica de la zona.

El empresario relata que antes del inicio de la construcción de la vía la actividad económica en la zona era prospera. Ello les permitía tener hasta 50 trabajadores al mes que realiza­ban diferentes labores; sin embargo, tras el inicio de los trabajos, ahora este negocio subsiste con el mínimo personal, ello debido a que las ventas cayeron rotundamente, por la dificul­tad que representa llegar hasta la zona . La situación ha desencadenado que se formen rumas de varios metros de materiales de construcción que no pueden ser vendidos desde hace años, entre cerámicas, porcelanatos, sanita­rios, calaminas, etc.

Ruben Ortiz, es otro empresario del mismo rubro que refiere que su nego­cio se mantiene a flote con las ventas mínimas, y que es de las pocas que se han manteniendo operativas en la Vía Expresa con suerte. La caída de las ventas tiene como origen la ejecu­ción de la obra que se ha extendido por más de lo previsto, y que debido al cierre de vías por los trabajos que se realizan aleja a los potenciales clientes quienes prefieren buscar los artículos en otros establecimientos donde no existan mayores problemas para la ac­cesibilidad.

El daño económico que ha acarreado la construcción interminable no es el único problema. Algunos inmuebles se han convertido en testigos mudos de los perjuicios de la obra. Ello por las inundaciones que han sufrido a causa del colapso del sistema de des­agüe de la Vía Expresa que general­mente suele registrarse después de cada lluvia. Por otro lado, un prome­dio de 50 viviendas, han terminado con fracturas y rajaduras, a causa de los trabajos de la maquinaria pesada.

María Lozada, propietaria del inmue­ble I-1 de la calle Venezuela, contó que tras un promedio de más de 10 años que venía funcionando el Hos­pedaje Alameda sin contratiempos, el inicio de la obra golpeó sus activida­des económicas, pues de un día a otro desaparecieron los clientes. El daño también fue físico, pues tras los tra­bajos, empezaron a aparecer un sinfín de rajaduras en la infraestructura de adobe, donde funcionaba el negocio.

Pese a las más de 7 quejas que se presentaron ante la empresa china Gezhouba Group, Plan Copesco, la municipalidad de Wanchaq, y otros, nunca se dio atención a su pedido, siendo la única respuesta la indiferen­cia de las autoridades.

Pero el daño económico e infraestruc­tural a los vecinos de la zona, es sólo un botón del rosario de problemas que ha desencadenado la obra. Desde desniveles entre la vía y los ingresos de las viviendas, problemas y demora en la ejecución de los trabajos como en el Óvalo Libertadores, etc, siguen generando más de un dolor de cabeza.

Los plazos siguen corriendo, el actual cronograma de ejecución concluye en el mes de mayo, y los problemas en la ejecución de partidas aún es latente, lo que se agrava mucho más con la pre­sencia de las lluvias. Mientras tanto la palabra del gobernador Werner Sal­cedo y sus funcionarios ha sido empe­ñada para que se entregue la obra a su tiempo, palabras que hoy parecen que se las lleva el viento.

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