LA CONTAMINACIÓN DE ANTAPACCAY

Informes del Oefa vinculan la contaminación en suelo, aire y agua de Espinar con la minera.

Melchora Surco es una mujer que toda su vida la vivió en la provincia de Espinar y a sus más de 80 años, señala de forma tajante que su pobla­ción cambio de forma negativa des­de que la actividad minera comenzó a contaminar sus campos. Cuenta como si fuera ayer que, el agua con el que riegan sus pastizales y que sir­ve para que beban los ganados, está envenenada. “Nuestros ganados se mueren con dolores y en medio de intensos dolores. El corazón se nos parte por tremendo sufrimiento que nosotros también padecemos, pero es la única agua que tenemos. Hasta hace más de 20 años, todo era nor­mal pero ahora la contaminación es evidente, lo peor es que a pesar de ganar miles de millones de soles, la empresa minera no se quiere hacer responsable de absolutamente nada”, señala la anciana.

La empresa Minera Antapaccay de la transnacional Glencore, niega que sus operaciones a tajo abierto y sus relaveras tengan algo que ver con la probada contaminación que existe y que está documentada por el Orga­nismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (Oefa) desde hace más de 10 años; por lo contrario, la empresa siempre ha señalado que la presencia de material químico en el ambiente, se debería a un proceso natural, pues toda la zona esta mineralizada. Sin embargo, los últimos estudios del Oefa, destruyen este argumento.

ESTUDIOS CONTUNDENTES

Son seis los estudios de evaluación ambiental emitidos por el Oefa, en­tre 2022 y 2023, los que han con­firmado que la compañía minera Antapaccay, estaría vinculada a la contaminación de aire, agua y tierra de comunidades campesinas y ad­yacentes a dicha operación minera. Así lo ha evidenciado el documen­to titulado: “Glencore en el Perú: el caso de Antapaccay y un análisis del cumplimiento de los estándares internacionales en materia de de­bida diligencia en derechos huma­nos”, elaborado por la organización sin fines de lucro CooperAcción y la confederación internacional formada por 19 organizaciones no guberna­mentales Oxfam. De acuerdo a la publicación, desde hace más de una década, los ciudadanos, —la mayoría pertenecientes a pueblos indígenas quechuas y k’ana—, que viven en las zonas circundantes a Antapaccay han enfrentado las consecuencias de la contaminación con riesgos signi­ficativos para el territorio y la salud de personas de trece comunidades de Espinar.

Este grupo de habitantes se encuen­tra expuesto a niveles alarmantes de metales pesados, los cuales se pre­sentan también en pasto andino y te­jido vegetal, así como la flora y fauna de áreas cercanas a las operaciones mineras, cuya afectación ha impacta­do a su vez en la cadena alimentaria del lugar. Sin embargo, a la fecha, la multinacional suiza Glencore conti­núa rechazando tales hechos, e indi­cando que todo es parte de procesos naturales de mineralización.

Siguiendo el informe de CooperAc­ción y Oxfam, dos informes del or­ganismo adscrito al Ministerio del Ambiente (Informe N.º 0438-2022- OEFA/DEAM-STEC (OEFA, 2022) y el N.º 00064-2023-OEFA/ DEAM-STEC) sobre la calidad del aire demuestran que las emisiones de material particulado PM10, prove­nientes de las actividades de la mina, han superado repetidamente los es­tándares de calidad ambiental per­mitidos. Ante ello, mediante las re­soluciones N° 00144-2023-OEFA/DSEM y N° 00142-2023-OEFA/ DSEM, el OEFA impuso sanciones administrativas en agosto de este año a la compañía minera Antapaccay debido a que sus operaciones esta­rían afectando la salud de los ciuda­danos de Espinar y el ambiente.

COMUNIDADES AFECTADAS

Las zonas afectadas son las comu­nidades originarias Huano Huano, Huini Coroccohuayco, Pacopata, Alto Huancané, Huancané Bajo, Tintaya Marquiri, Alto Huarca, Cala Cala, Huarca, Suero y Cama, Huisa Ccollana, Huisa y Anta Ccollana.

Cabe resaltar que los estudios del OEFA se realizaron en las 38 loca­lidades de la provincia de Espinar y las aguas industriales que salen de la mina que se descargan a los ríos, con el fin de analizar el aire, agua, la flo­ra y fauna e, incluso, a los animales domésticos de las comunidades pre­suntamente afectadas por la activi­dad minera.

La coordinadora de la Misión Técni­ca de la Oficina del Alto Comisiona­do de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) en el Perú, Maia Campbell, remarcó que es fundamental que las empresas que realicen proyectos extractivos, garanticen que sus actividades res­peten los estándares internacionales de derechos humanos en la materia, incluyendo la debida diligencia. “Si bien los Estados son los responsables últimos de velar por el respeto a los derechos humanos, varios marcos de regulación y autorregulación que ri­gen la responsabilidad empresarial, reflejan actualmente una interpreta­ción muy extendida de las funciones que pueden desempeñar las empre­sas, tanto en la violación de derechos humanos con impactos negativos, como en el cumplimiento de los mis­mos. Los principios rectores de las Naciones Unidas especifican que las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos”, declaró Campbell.

De otra parte, Elsa Merma, presi­denta de la Asociación de Mujeres Defensoras del Territorio y la Cultu­ra K`ana de Espinar, recordó que la delicada situación que viven no solo afecta su salud, sino también a sus la­bores ganaderas y agrícolas, así como la salud de sus familias. “La presencia de la empresa minera es un proble­ma muy grande para nosotros y ellos están avanzando. La contaminación está más fuerte, nuestra salud está seriamente afectada. Hay colectivos y asociaciones, pero las comunidades estamos totalmente abandonadas. Se mueren nuestros animales. ¿Con qué capital vamos a mantener la familia? Si el aire, el agua y la tierra están contaminados, a dónde vamos a ir. No es fácil irnos a otro lugar”, alertó Merma. En el informe “Estado de salud fallido: Emergencia de salud en pueblos indígenas de Espinar, Perú”, publicado en mayo de 2021, Am­nistía Internacional encontró altos niveles de sustancias tóxicas como arsénico, plomo, mercurio, cadmio y manganeso en 117 personas, de una muestra de 150 personas en Espinar

“Las tierras de Álvarez Capa se ubi­can en el sector cerca del botadero norte de Antapaccay, donde, según un informe del OEFA (2023e) se evidenció concentraciones de selenio y molibdeno en el tejido vegetal en el rango de excesivo o tóxico para las plantas (OEFA, 2023e, p. 3). Dichas concentraciones están relacionadas a la influencia del Botadero Norte. Por lo tanto, se hace evidente que la afec­tación no solo se restringe al daño a las mismas plantas sino también po­dría extenderse a la fauna doméstica (ganado ovino y vacuno) y silvestre que utilicen a estas plantas como fuente de alimento. Asimismo, se podría considerar esta zona como no apta para el pastoreo (OEFA, 2023e, p. 3)”, indica el documento publica­do por Oxfam y CooperAcción.

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