EL MINISTRO VOLDEMORT

Salido de las páginas de la ficción, alguien que ha surgido a la función pública con la obsesión del pecado original de la ideologización del covid 19, es el ministro de salud. Se ha convertido en un personaje de muerte, innombrable, antagonista de la realidad y por supuesto altamente ineficiente para manejar la crisis sanitaria que nos ha puesto como los peores países en gestionarla.
A inicios de abril, anuncio en Radio Programas del Perú, junto con el Dr. Huerta (médico que hasta hace pocos días representaba el rol del garante sanitario del gobierno) que la meseta de contagios se alcanzaría antes del 13 de abril, y hoy pasado el 15 de junio, cuarenta y tantos días después no se ha alcanzado; a pesar de haberse descubierto muchos tipos de mesetas, ninguna real. Ahora el ministro de salud, sugiere muy suelto de huesos que la cuarentena podría alargarse un poco más de los 107 días.
El Ministro de salud ha tenido como su primera víctima a la verdad, dentro del contexto de esta crisis que nos afecta en la salud y en la economía. El Perú empezó a afrontar esta pandemia con disciplina, resignación y muchísima esperanza; y sobre todo con una robusta salud fiscal, de la que hoy solo queda nada y muchísima corrupción. El Ministro de Salud es un hombre proveniente de las canteras del progresismo, es algo así como la cuota de poder que el gobierno ha otorgado a las izquierdas. Pero este tipo de personajes que caprichosamente ha ideologizado esta pandemia y al virus, para imponer un pensamiento desorientado, como pasa también en educación y cultura, pero lo peor que han hecho es desorientar a la población, y lo más grave de todo es que con sus experimentos sociales solamente se ha afectado perniciosamente la salud de la población y la salud económica del Estado, generando desempleo en números nunca vistos, caída del producto bruto, cierre de empresas y una depresión económica que amenaza con ser de las peores en Latinoamérica y en el mundo. Está creando el caldo de cultivo que es perfecto para vender una ideología que so pretexto de afrontar la pobreza y la enfermedad pretenden hacerlo cambiando la constitución y destruyendo las bases de una república que hoy alcanzara su año 200 con muchos cuestionamientos y retos; uno de ellos defender su salud democrática y reconstruir su economía.
De una forma terrorífica se ha insistido en comprar y aplicar pruebas rápidas. De dudosa calidad, de nula eficiencia y sobre valoradas. Se ha olvidado que el diagnóstico es y será la principal arma para diseñar cualquier estrategia exitosa en la lucha contra el virus. Mantener las libertades restringidas solo era útil en un primer momento, para ganar tiempo, que permitiera implementar los hospitales y el sistema sanitario, tiempo que se ha perdido con marchas y contramarchas, salen hombres no salen mujeres, guantes si, guantes no, bancos y bonos, cierre de mercados, etc. y un largo etc. medidas y experimentos que por el contrario ya ha mostrado sus mórbidos efectos, destruyendo también el sistema productivo y amenazando gravemente la salud democrática.
Se han creado registros falsos, sobre la cantidad de los casos existentes, sobre los pacientes y sus tratamientos y sobre las muertes de millares de peruanos que solo han pasado a ser números clandestinos, pues el ministro ha aceptado y declarado con mucha simplonería la existencia de sub registros de fallecidos. Nada puede ser más cruel que maquillar la verdad sobre las víctimas de un virus; que no es culpa del gobierno, pero sí que es su obligación manejar la crisis por este producida. NO hay nada más cruel que secuestrar a los hospitalizados bajo el temor y la excusa del contagio y no permitirles agonizar y morir en compañía de sus seres queridos.
La gente muere en los hospitales que están rebasados, por falta de lo elemental, como el oxígeno, elemento del cual el gobierno se ha dado cuenta que es fundamental recién ahora, es terrible la realidad de que ni los propios médicos han sido dotados de elementos de protección personal. Que hasta la fecha no se suministran o son de ínfima calidad.
La absurda ideologización de la crisis ha permitido que en aras de una supuesta igualdad ante la ley, muchos médicos hayan muerto, simplemente por no haber sido evacuados, como ha ocurrido en Iquitos, y se haya llegado al colmo que la empresa privada y su gremio profesional sufrague los gastos de evacuación en vuelos privados.
No obstante, pasados los días 80 y más de la cuarentena se recurre al apoyo de médicos de Cuba, cuyo costo será de más de 2,000 dólares americanos por persona, es esta otra muestra más del desprecio por el pueblo peruano, bajo el pretexto de una falsa solidaridad internacional, cuyo escándalo está en que tales montos no serán pagados a cada uno de estos profesionales supuestamente solidarios y expertos en el virus, si no; que irán a engordar las arcas del estado socialista de Cuba, recordemos que el salario de un profesional en Cuba fluctúa alrededor de 20 dólares mensuales. Estos médicos, como cereza del pastel, han sido asignados a las regiones donde el virus ha sido más benigno. En el Perú hay muchos profesionales médicos que podrían asumir estas plazas.
Se ha mentido sobre la capacidad de producción del oxígeno medicinal que tanta falta hace en el tratamiento y auxilio de los peruanos infectados por el virus, para abrir una tenebrosa puerta que favorezca la importación del oxígeno. Lamentable que la urgencia de oxigeno se haya convertido en una evidencia después de más 70 días de encierro, cuya única y principal finalidad era que el estado gane tiempo para fortalecer un débil sistema sanitario y hospitalario. Se han destinado 80 millones de soles para comprar oxígeno, cuando tenemos la experiencia exitosa y solidaria de un sacerdote que ha montado una planta con menos de un millón de soles en Iquitos. ¿No es mejor montar 80 plantas con ese dinero?
Ocurre lo mismo con el eucalipto, que se pretende comprar del Brasil. Grandes negocios y soluciones macabras. Tampoco se impulsó ni incentivo a los ingenieros y técnicos que diseñaron y fabricaron ventiladores, cientos de veces más baratos que el mercado internacional.
El Estado, el Ministerio de Salud y su ministro que incluso ha denostado a su propio gremio médico, por su tozudez ideológica no han sido capaz de suministrar ni controlar medicamentos básicos como la eritromicina, fomentando una voraz especulación y una serie de conductas delictivas, las farmacias del ministerio de salud desabastecidas y la especulación campante. Han definido o mal definido protocolos de tratamiento, permitiendo que la infodemia, haga pasto de la ciudadanía y brinde oportunidades a muchos inescrupulosos.
Lord Voldemort, es un personaje ficticio, El Señor Tenebroso; cuyo reino es el de la novela, pero como como es sabido la realidad supera la ficción, y nuestro ministro, cuando usa el barbijo más allá de los parecidos físicos con el personaje, es superior en su siniestra conducta. La pandemia requiere de personajes que la resuelvan.

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