Dos turistas fallecieron este mes cuando visitaban el Cusco.
En los últimos días, el flujo de turistas en Cusco y Machupicchu ha alcanzado niveles máximos, con la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) reportando un aforo diario de 5 600 visitantes y la venta de los 1 000 boletos presenciales para Machupicchu agotándose más rápidamente de lo habitual. Estas cifras son alentadoras para la esperada reactivación económica y turística tras los estragos de la pandemia y las protestas sociales. Sin embargo, los trágicos acontecimientos recientes han puesto de manifiesto que la región no está completamente preparada para recibir a un gran número de visitantes.
El pasado 12 de julio, un turista brasileño, identificado como Clederson Marques, de 37 años, falleció dentro de un vagón de tren en la ruta entre Machupicchu y Ollantaytambo. Según los informes, el hombre sufrió un aparente paro cardíaco y se desvaneció, lo que generó preocupación entre los demás pasajeros. La falta de una respuesta médica inmediata destacó la vulnerabilidad de los turistas en situaciones de emergencia.
Solo un par de días después, otro incidente conmocionó a la comunidad. Jorge Rubinstein, un visitante argentino de 59 años, se descompensó en el complejo arqueológico de Ollantaytambo y cayó al suelo. A pesar de los esfuerzos de quienes lo rodeaban, la demora en la atención médica, sumada a la inexistencia de un tópico de primeros auxilios cercano, resultó fatal. Estas tragedias resaltan la urgencia de contar con servicios de salud adecuados para atender a los turistas, especialmente en lugares de alta concurrencia.
Guido Bayro, director de la DDC, ha expresado su preocupación al confirmar que de todos los parques arqueológicos de la región solo en Maras existe un puesto de salud para emergencias. Esta situación es alarmante, dado que los gobiernos locales no han utilizado de manera eficiente los recursos recaudados a través del Boleto Turístico. Esta falta de infraestructura expone a los turistas a riesgos innecesarios, lo que podría desencadenar en más tragedias si no se toman medidas adecuadas, así como en la reducción en los niveles de recepción turística.
Además, esta semana un descarrilamiento menor de un tren de la empresa PeruRail en la vía Ollantaytambo-Machupicchu generó inquietud entre los turistas. Aunque solo causó retrasos en el tiempo de llegada de los visitantes, el estado de mantenimiento de la vía, bajo la responsabilidad de Fetransa, se encuentra en la incertidumbre, lo que podría resultar en situaciones peligrosas en el futuro.
Con el creciente flujo de visitantes, es crucial que las autoridades prioricen la seguridad y la atención al turista, implementando soluciones que impidan que estos lamentables eventos se repitan y garanticen la seguridad de quienes visitan la región cusqueña. También debe reforzarse los controles relacionados a evitar los casos de estafa a los que están constantemente expuestos los turistas y mucho más teniendo en cuenta que por la temporada alta los boletos para conocer Machupicchu se están agotando más rápido.