Organizadores deben responder por joven fallecido.
La Feria Cusqueñísima, resultó ser un desastroso cataclismo que se desplegó en la hacienda Llaullipata del 29 de junio al 02 de julio. Desde su inicio, la sombra de la desorganización y la negligencia se cernía sobre el evento. Entre idas y venidas, se otorgó a regañadientes la autorización, temerosos de que la empresa pudiera causar estragos en el valioso patrimonio cercano. Sin embargo, la presión de los organizadores logró doblegar la resistencia y la feria se puso en marcha. No obstante, el fatídico destino acechaba a cada paso. En medio de la euforia y la algarabía, Elias Huaccanqui, un joven trabajador entregado a su labor, sufrió una descarga eléctrica que lo dejó al borde de la muerte. Pero su vida era tan solo la de uno más en la maquinaria desquiciada de la feria, pues su sacrificio pasó desapercibido en medios de los eventos y espectáculos que se desarrollaban. La feria continuaba su curso sin pausas ni remordimientos, con la presentación de artistas y la diversión en su apogeo, incluso cuando ya se sabía que el herido yacía en un coma profundo. Los familiares, con el corazón desgarrado y la sed de justicia devorándolos, alzaron sus voces en demanda de respuestas. Sin embargo, los organizadores permanecieron en un silencio sepulcral, huyendo de su responsabilidad. La impunidad se aferraba a ellos como una máscara que ocultaba su culpabilidad, mientras los reclamos de los afectados se perdían en el vacío. “Está entre la vida y la muerte el joven. Algún movimiento y va a quedar muerto o vegetal. Los responsables no se hacen presentes, queremos que se presenten, porque ahorita (Elías) está entre la vida y la muerte. (…) Queremos justicia para Elías Huaccanqui”, dijeron los familiares.
Pasaron los días y, tras una complicada operación que buscaba devolverle la vida al desdichado trabajador, la esperanza se desvaneció. El joven murió sin que su sacrificio fuera honrado, sin que los culpables enfrentaran las consecuencias de su negligencia. Y la empresa, en un acto vil y despreciable, intentó escabullirse de toda responsabilidad, argumentando que el joven era un simple trabajador de una tercera empresa contratada. “La caída fue de una altura de aproximadamente seis metros. (Él) sufre una lesión en la cabeza, el cual el diagnóstico es traumatismo encéfalo craneano en evolución, y también un traumatismo vertebro medular a nivel de la columna cervical, en el cual se le hace los estudios correspondientes y se encuentra una lesión bastante grave en la parte dorsal. Prácticamente casi destrozado está parte osea. El paciente ingresa a traumashock y posteriormente es llevado a UCI. El paciente desde el día viernes 30 de junio que ha ingresado se le ha estabilizado, se le hecho transfusiones de sangre, ha llegado con una perdida bastante de sangre”, expresó Rubén Porcel, director del hospital Antonio Lorena. Pero los horrores de la Feria Cusqueñísima no terminaron ahí. Detrás del velo de la tragedia y el luto, emergieron decenas de empresarios, víctimas de un presunto caso de estafa sin precedentes. Habían pagado por stands de venta que carecían de energía eléctrica, los cuales les fueron entregados a última hora. Los afectados y agraviados exigen el reintegro del dinero que entregaron.Pero los organizadores, cegados por su propia avaricia y arrogancia, se mantienen en un mutismo infame, ocultando la verdad detrás de un manto de silencio. “Hemos perdido completamente todo el dinero. Uno invierte para ganar, hemos invertido para perder. Si no hay devolución procederemos legalmente”, advierton los afectados en declaración a QT Televisión.