Segmento político no válido para el Cusco: Piedra en el zapato
Mentirle al pueblo para justificar la incompetencia, la ineptitud y la incapacidad es una característica típica de cualquier autoridad local que se ve acorralada por los ciudadanos que le exigen obras, proyectos y logros; esquivar las preguntas de la prensa o simplemente no asistir a entrevistas evidencia la falta valentía para enfrentar la problemática local; también están los que se esconden y únicamente envían emisarios para bajar la temperatura y aceitar a algunos hombres del micrófono que en estas fechas andan desvalidos de dinero, desprovistos de moral y distraídos de ética. En esta emergencia sanitaria muchas de las autoridades locales han actuado convenientemente de manera corrupta porque nadie los controlaba, nadie los fiscalizaba y todos vivían en constante pánico encerrados, dejando el arca abierta. Por eso los funcionarios durante la pandemia hicieron feria con los dineros del pueblo y beneficiaron a sus cercanos, entre ellos parientes y aportantes de campaña, sin dejar de distribuir las principales cotizaciones y órdenes de compra entre sus parientes y compañeras de sabana.
Las autoridades locales y sus funcionarios, se aprovecharon de la necesidad de las personas para encontrar, inventarse y crear diversas fuentes de ingreso de dinero ilegal a sus arcas; muchos de ellos en un abrir y cerrar de ojos pasaron de ser unos humildes candidatos e inexpertos políticos a ser prósperos, adinerados y avezados personajes. Esta nueva faceta viene con muestras exteriores de riqueza, con actitudes pedantes y un descontrol erótico que los devela tal cual son, personajes capaces de creerse los dueños del mundo, de las personas y de sus trabajadores a quienes los utilizan y tratan como esclavos o sirvientes, y lo peor de todo es que hay quienes se prestas para ejercer ese vil oficio de tacllapero (Que por sus excesivas caricias y halagos se hace fastidioso, pero al mismo tiempo necesario para las autoridades de turno) estos arlequines, cómicos ambulantes o vendedores de veneno para rata de las gestiones públicas se multiplican rápido y también evolucionan rápido en sus tretas, por ello cada vez son más intuitivos y más tácticos; pueden terminar incluso gobernando codo a codo con las mismas autoridades; hay casos en los cuales los tacllaperos toman el poder por asalto y manipulan a las autoridades y estas en una miopía extrema les obedecen al pie de la letra, porque están chantajeados, extorsionados o embrujados.
En esta pandemia también subió el calibre y poderío bélico de las estrategias de la guerra mediática de baja intensidad, por eso aparecieron varios personajes sin rostro y con una lengua destructiva, metastásica y estranguladora, que encapuchados tras cuentas falsas de Facebook arremetieron contra los enemigos de la gestión, ejerciendo un terrorismo digital gracias a los ejércitos de demolición preparados y adiestrados por mentes insanas que forman parte de la planilla de gestión pública local. Provistos de injurias, calumnias y desinformación aniquilaron a los contrarios, a aquellos que piensan diferente, a aquellos que plantean iniciativas diferentes y a aquellos que en uso de su libertad de expresión evidenciaron errores en la gestión. Esta contienda en las redes sociales siempre termina desprestigiando a los opositores y desgastando a las autoridades, desenfocándolas de las cosas que son importantes y necesarias para desarrollarnos como distrito o provincia.
Los discursos estructurados por mitómanos, por insanos y sociópatas en su generalidad contiene palabras bonitas, rimbombantes y hechiceras; mientras cual cirujano abren con un bisturí de promesas el alma de la población para extraer sus sueños, esperanzas y expectativas, sin que nadie se dé cuenta también insertan un gen malicioso en las venas del ciudadano que tendrá un desenlace nuevamente de decepción, desilusión y depresión. A más discursos mentirosos más adicción de la población a querer seguir siendo engañada.