Hubiera sido importante realizar un análisis de la Sexta Feria Internacional del Libro Cusco- FIL en pleno desarrollo de la Feria del Libro; sin embargo, preferí hacerlo con más calma, con la tranquilidad de los días y semanas. La feria se realizó del 29 de agosto al 8 de septiembre en nuestra Plaza de Armas del Cusco, organizada ésta por la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco- DDC y sus coorganizadores, la Municipalidad Provincial del Cusco – MPC, la Universidad de Bellas Artes Diego Quispe Tito y la Mesa Consultiva del Libro y la Lectura Cusco- MCLL. Creo debemos felicitar a todos los organizadores, se observó una dinámica propia de la feria, como la presentación y venta de libros, talleres, actividades en radio, disertaciones, en los que los miembros de la cadena productiva del libro del Cusco quedaron satisfechos, regocijados, seguros de que se debe seguir trabajando, poner mayor esfuerzo, y buscar un Comité Organizador Multiinstitucional y pertinentes protocolos de gestión. La primera Feria del Libro, se realizó en el garaje de un centro comercial, originando duras críticas para la Dirección Desconcentrada de Cultura, sobre todo para sus funcionarios de esa época por una descomunal decisión equivocada. Sin embargo, no hubo cambios ante las permanentes críticas, tanto así que en plena realización de la Tercera Feria Internacional del Libro, año 2016, surgió el conglomerado de críticas acumulados desde años anteriores, de casi todos los sectores culturales ligados al libro de nuestra ciudad, los escritores cusqueños se sintieron agraviados. Una organización improvisada, fue la gota que rebasó el vaso. Las distinciones, las presentaciones de las mesas de escritores nacionales e internacionales, los realizaban los mismos funcionarios de la DDC. Como ejemplo, el sub director de industrias culturales de esa época llegó a presentar aproximadamente 15 libros. Fue la feria del sub director, sin duda, contra la suerte que corrían los escritores cusqueños, desairados, que sólo faltaba que ellos mismos consiguieran las sillas donde sentarse juntamente que sus invitados. Había una ausencia de tejidos, de articulación con otros sectores de la sociedad civil preocupada en la temática del libro, y buscar la conformación de una Comisión Organizadora Amplia, constructiva, que pueda dar luz a una feria del libro de consensos, donde gane el objetivo de acercar el libro a la colectividad. Cosa que no se logró. En cambio en la IV FIl cambiaron muchos aspectos, en primer lugar se observó un aire participativo, lo cual desde ya le dio una conclusión exitosa. La DDC convocó a diferentes instituciones estatales y civiles como coorganizadores, la MPC, la UNSAAC, el Instituto Americano de Arte del Cusco y la MCLL. En la dinámica de las reuniones de organización, por iniciativa de la MCLL, se gestionó al Consejo Municipal de la MPC el traslado de la feria del libro del Mall a la Plaza de Armas del Cusco. Esta decisión inteligente conferiría a la Feria del Libro, como una actividad cultural mayor de gran importancia, por el lugar de su realización. La monumentalidad de nuestra Plaza de Armas en primer lugar, sobre todo visible, abierto para la ciudadanía, como un espacio vivo, que no solamente sirva para ver los solemnes desfiles, concierto musicales, fiestas religiosas, u otras actividades incluso de algarabías de juventudes, sino como un centro cultural educativo, innovando una Feria Internacional del libro en el Huacaypata, centro de la cultura cusqueña, de nuestra identidad, puputi de esta ciudad abuela. La Plaza de Armas del Cusco, se convertía en el lugar de convocatoria para una de las actividades más nobles y liberadoras en el mundo, el de convocar a leer a nuestras población de todas las edades. El año pasado, en la V Feria del Libro, las críticas más persistentes apuntaron a la DDC y su área logística. Nuevamente la parte organizativa fallaba, los stands resultaron muy pequeños, no sirvieron para proteger los libros de las inclemencias del clima. Lo que nos muestra que la coordinación con las editoriales era necesaria. Este año los stands fueron de un estándar internacional, espaciosos, que protegían los libros, pero no gustaron a la mayoría de regidores y al propio alcalde del Cusco, señalaron que rompía con la monumentalidad de nuestra Plaza de Armas. Pueda que fuera cierto, pero observamos un doble discurso, porque por un lado quieren proteger la armonía de la monumentalidad de nuestra Plaza de Armas, pero fueron estas mismas autoridades que despeatonalizarón nuestra plaza y convirtieron nuevamente en un garaje nuestro centro histórico. La despeatonalización afectó una mayor amplitud para la Feria del Libro. Dos de los invitados más importantes que llegaron entre las últimas ferias fueron Santiago Roncagliolo y Clara Elvira Ospina, que han visitado muchas ferias, estuvieron enamorados de que la feria se realice en la Plaza de Armas. Para ellos, el hecho de que no se cobrara el ingreso, como en otros lugares, y que esta actividad cultural de peso lo realizara el Estado y estuviera ubicado en el mejor de los sitios, para rendir merecidamente un homenaje al libro. Hoy, los sectores entendidos de que la Plaza de Armas, es el mejor lugar sin igual, para la realización de la Feria Internacional del Libro, enmudecen ante la amenaza de apartar y llevar a un centro ferial, a tan importante actividad cultural. Desde jacobinos y girondios están callados, ojalá su protesta sea la unidad, en la búsqueda de mejores tiempos para las próximas ferias del libro, aquí en nuestra ciudad. Toda Feria de libro debe desencadenar en un movimiento cultural diverso, donde podamos encontrar literatura, género, historia, ciencia, activismo, periodismo, culturas originarias, música, cine, etc. para convocar a lo más heterogéneo de nuestra sociedad, sino terminaría siendo sólo una reunión academicista o reunión de guetos culturales. El nombre de la feria debe atraer a invitados importantes, mediáticos, que generen entusiasmo por la lectura, la asistencia de distintas capas de nuestra sociedad. La llegada a la Feria del Libro en el Cusco, de un escritor, no solamente debe estar ligada al tema, sino que cree y refuerce el espacio cultural, con su llegada. Cusco, hasta ahora no se atreve traer a la FIL, connotados hombres de la pluma, como Mario Vargas Llosa Premio Nobel de la Literatura 2010, oírlo en una charla magistral en la sala Ollantaytambo de la Municipalidad Provincial del Cusco, con un lleno total de jóvenes, niños, adultos, y seguramente una pantalla gigante para los que no pudieron ingresar. Autógrafos con los libros en mano. O ver al turco Orhan Pamuk Premio Nobel de Literatura 2006 que llegará al Hay Festival Arequipa 2019. Sólo imaginarnos a nuestra juventud cusqueña leyendo Estambul, la obra cumbre del genio turco, donde habla de una de las ciudades más bellas como es Estambul y su relación con ella; sólo comparable con la religiosidad y respeto por el Cusco, con que trata nuestro insigne José María Arguedas en los “Los Ríos Profundos”. A la FIL de Lima, que acaba de fenecer, llegó el chino Mo Yan, Premio Nobel de Literatura 2012, recibir de él una charla magistral, sobre todo comentarios de su obra cumbre “La República del Vino”. En el Cusco resolveríamos temas desde los más simples, encontramos locales llamados la República del Pisco, la República del Ceviche, leyendo la obra de Mo Yan, la colectividad cusqueña, el empresariado cusqueño, conocerían el porqué de estos nombres. El Cusco debe generar movimientos literarios importantes, como éstos. El Director Regional de Cultura debe gestionar ante el Ministerio de Cultura y por qué no al Presidente de la República, para que como una acción de Estado a Estado, se traiga al Cusco, a importantes escritores de dimensión mundial. Porque el Cusco se lo merece.
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