LA FIESTA DE SAN SEBASTIÁN Y LA SUPERVIVENCIA DE CULTOS ANCESTRALES

Hace un tiempo, tuve ocasión de presenciar la afamada festividad del barrio de San Sebastián del Cusco. Un espectáculo lleno de colorido, danzas y festejo. La “entrada”, se realiza desde el “Séptimo paradero”, de la Av. La Cultura, es un largo desfile con bailes, comparsas, presididos por el Alcalde, los “mayordomos” y la “mozada”, es decir personas que han hecho los cargos anteriores. Todo en la fiesta es comunal, desde las donaciones que hacen los “cofrados”, hasta las “jurcas”, donde cada “jurcado” se compromete a colaborar con cerveza o comida o atuendos para los danzantes y el Santo Patrón. La celebración configura un marco donde el orgullo por la tradición es el soporte de la identidad de los habitantes de San Sebastián. Debemos recordar que el “centro” de este distrito es su iglesia, que es además la única que da la espalada a la Catedral del Cusco. San Sebastián amanece adornado de Chiriuchu, plato tradicional de las fiestas religiosas del Cusco y que combina elementos de los Cuatro Suyos del Imperio. Aseguran los investigadores que su consumo data desde la época incaica, cuando los antiguos pobladores del Tawantinsuyo llegaban a participar en la “procesión de las momias”. Personas de diferentes regiones del Imperio aportaban con algún ingrediente. Así, encontramos: cuy, gallina, algas marinas, huevera de pescado, morcilla, “tullan” que es tripa de cuy rellena con papa, queso, torreja de maíz, chalona, tostado serrano. Otro elemento que me llamó la atención fue la supervivencia de cultos ancestrales en la adoración del Santo Patrón. Pues como menciona el historiador Michel de Certeau, en su libro: La invención de lo cotidiano, los pueblos conquistados: […] hacían de las acciones rituales, de las representaciones o de las leyes que les eran impuestas algo diferente de lo que el conquistador creía obtener con ellas; las subvertían no mediante el rechazo o el cambio, sino mediante su manera de utilizarlas con fines y en función de referencias ajenas al sistema del cual no podían huir. De esta manera, la imagen de San Sebastián está decorada con elementos no occidentales, sino más bien del Antisuyo, región selva y representaría la adoración del Apu Ausangate. Los investigadores se basan, por ejemplo, en el árbol de Sauco donde está amarrado el mártir que simboliza al Apu. Además, mencionan la figura de los Ukukos sebastianos que cargan, sobre sus espaldas, grandes trozos de hielo traídos desde aquella montaña sagrada. Dicha ofrenda la llevan a la Catedral en la fiesta del Corpus cuando San Sebastián ingresa a dicho recinto. Esta festividad religiosa fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 25 de junio de 2010 y es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad del Cusco.

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