Cricia Ochoa Huamantica

Hace ya varios días que vivimos un escenario más gris que el de la ciudad Gótica en la que vive nuestro “adorable” Guasón #DenleElOscarAPhoenixPorFavor. Con la más rápida que apurada elección de uno de los miembros del TC (el primísimo del virrey de los vinos Tacama), el cierre del Congreso, la suspensión de Vizcarra y la juramentación de la tía Meche como primera “presidenta” del Perú por unos minutos. Tuvimos más drama que la Rosa de Guadalupe, pero “las risas no faltaron” ni los sabrosos memes que nos hicieron doblar de la risa. Tan alborotado panorama, me llevó a reflexionar en el papel que cumplimos los jóvenes en toda esta #Chanfainita. ¿Qué somos para los políticos? ¿Cómo nos ven? ¿Somos acaso un voto fácil y conquistable con promesas vacías, influenciados por discursos que parecen sacados de un manual de autoayuda y que en el fondo esconden la misma receta conocida? Las calles han demostrado que esto no es así. Hace rato que los jóvenes tenemos un rol protagónico, desde la Ley Pulpín hasta el cierre del #KongreZoo hemos demostrado que con las redes y sobre todo con nuestro deseo de mejorar el país podemos hacer mucho más que un hashtag. El problema es que la desconfianza juvenil ante la vieja política no solo debe quedar en un rechazo, sino que debería generar nuevas posibilidades, nuevos liderazgos, nuevas maneras de entender la política como una vocación de servicio y quizás así podamos lograr la ciudadanía y nación que merecemos. Es cierto, ya no queremos ver a las mismas caras de Becerriles, de Betetas, de tíos Georges, de Tubinos, #QueLoDigaElCono. Pero… Cómo vamos a lograrlo sin involucrarnos. Nos guste o no, la política afecta nuestra vida, nuestro futuro y el de los que amamos. Lamentablemente mientras no haya una propuesta juvenil sólida y descentralizada aquellos viejos dinosaurios que danzaban en las salitas de SIN seguirán gobernándonos y haciendo leyes para sus amigotes. Muchos van a objetar que los jóvenes no tienen experiencia… Sin embargo, hay una gran cantidad de jóvenes en el mundo que han generado la renovación en sociedades desencantadas, todos ellos menores de 35 años. Hace unos días Perú ingresó a la lista de los 5 países más corruptos del mundo. Lejos de sorprendernos esto debe hacernos reflexionar. Más importante que el título o el dinero son los valores y el esfuerzo que hacemos a diario por mejorar como personas. Las redes sociales no perdonan una falla ética y nosotros los jóvenes lo sabemos, esa es nuestra ventaja frente a las ya conocidas coimas, favorcitos y un largo etcétera. A diferencia de los antiguos políticos que ya están acostumbrados al escándalo y han desarrollado superpoderes como la “simpática” lidereza naranja que tiene más cara de palo que Groot. Si bien es cierto, nuestro país sufre de anomia y por ello debemos señalar a los culpables, como hizo Túpac Amaru con Areche, para no repetir los viejos errores que venimos observando cuasi cíclicamente Y con el permiso del cacique y el tirano, cambiaremos un poco sus palabras para decirle a los viejos y conocidos políticos peruvianos: Aquí los únicos culpables de la situación política nacional somos ustedes y yo. Yo por elegir a los mismos políticos corruptos de siempre y ustedes por dedicarse en cuerpo y alma a enriquecerse a costa de ese pueblo que ingenuamente los eligió.

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