LOBOS, ¿DISFRAZADOS DE CORDEROS?

En los diferentes medios de comunicación, todos hablan de los mismos nombres, Alejandro Toledo, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczinsky, etc. suenan a veces recurrentes algunas palabras que no corresponden. Les han considerado que son Líderes, de sus respectivos partidos políticos y como tal son tratados; pero, de todos los mencionados, a quien más mencionan con ese término es a Keiko Sofía Fujimori Higuchi, en términos que la consideran “la lideresa”. En nuestro concepto, la calidad de líder se alcanza cuando se cumplen ciertas condiciones técnicas y personales, y sobre todo relacionados a la integridad en todo el sentido de la palabra. Y para ello no es difícil diferenciar la condición de líder, de la del jefe, o de la condición de cabecilla, al interior de ciertas organizaciones. Y es que el líder, inspira confianza, es generoso, es auténtico, no se enmascara, es un dechado de virtudes, valores, principios, es talentoso, es integro, es sencillo, innovador, dotado de una paciencia única, genuino en sus decisiones, comunicativo, responsable; en fin, esto y algo más son características que dan a una persona el calificativo de LIDER. En cambio, una persona que es un simple jefe, no predica con el ejemplo, no motiva, ordena, impone, no es empático, es intolerante, NO ES AUTENTICO, no es abierto, no es amplio, es egoísta; en síntesis, las personas que fingen ser algo que no son o que intentan esconder su verdadera personalidad bajo su rol de jefes resultan falsos y no inspiran confianza. Hoy, en momentos en que avanzan las investigaciones a nivel del ministerio público a diferentes personajes de la política peruana, cabe preguntarse, ¿tienen cara de inocentes o tienen cara de culpables? ¿son corderos o son lobos disfrazados de corderos? ¿son líderes, o son jefes? ¿Qué son? ¿Talvez cabecillas? En fin, cualquier cosa pueden ser, pero jamás serán LIDERES. Por lo tanto, si acaso usted amigo lector coincide con nuestro pensamiento, exijamos que se les trate como se merecen, éstos y otros personajes cuyas acciones lindan más con la delincuencia, que con el liderazgo. Ahora, entre los hechos mediatizados, por parte de Alejandro Toledo y lo que ocurre tanto con Keiko Fujimori como con Pedro Pablo Kuczinsky; ¿es el pueblo peruano el culpable de todo lo que les está pasando? ¿Acaso no tuvieron la capacidad de distinguir entre sus malas acciones, si acaso estas colisionaban con la moral, y la ética? No nos dejemos engañar, por poses, actos histriónicos, intento de engaño, que puedan pretender estos personajes; tengamos la firmeza de rechazarlos, como lo que han sido y lo que son; lobos disfrazados de corderos, porque, además, ni usted ni yo inventamos Ecoteva, ni recibimos coimas de Odebrecht, ni fabricamos millones de soles vendiendo cocteles, mucho menos compramos residencias, oficinas costosas, ni creamos cuentas en paraísos fiscales utilizando testaferros. Como sociedad tenemos la obligación de aprender de nuestros errores, evitar que vuelvan a ocurrir; porque de lo contrario, estaremos condenados a revivir episodios de lamentos, frustraciones, postergaciones, incertidumbre e inseguridad.

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