David Ugarte Vega Centeno
Y pensamos haberlo visto todo…
Y creímos haber sentido ya suficiente coraje e indignación…
Estamos, ahora, frente a un escenario de gravedad extrema, de absoluta incapacidad y muy deficiente gestión en el Sector Cultura. Desde el interior del propio ente rector de nuestro patrimonio cultural, se pretende un atentado mortal contra los bienes culturales que lo integran, intentando entre sombras una modificación inconstitucional del reglamento de la Ley N° 28296 – Ley General del Patrimonio Cultural, que, entre otros muchos despropósitos incluye, y solo para hacer referencia a dos: i) la derogación del Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos – CIRA, facilitando el huaqueo y la desaparición de sitios arqueológicos, sobre todo de aquellos que aún no están descubiertos pero que están protegidos por la Constitución Política del Estado; ii) la autorización automática de intervenciones en bienes culturales inmuebles no prehispánicos sin proceso de evaluación del proyecto, además de establecer como nueva causal para el retiro de la condición cultural de un bien inmueble no prehispánico su estado de conservación, lo que demuestra un atentado evidente a la integridad y conservación de los Centros Históricos.
Este es un segundo intento de modificatoria del reglamento de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, recordemos que el pasado mes de julio también el Ministerio de Cultura pretendió parecidas reformas, ahora profundizadas y más agresivas; lo que, tanto entonces como hoy, motivan la inmediata reacción de contundente rechazo en todo el país.
Desde la Universidad, con absoluta convicción y responsabilidad, asumimos la posición no solo de rechazar y deplorar estas pretensiones inconstitucionales, altamente nocivas y anti técnicas que nos avergüenzan e indignan, porque vienen precisamente de la institución que tiene la competencia y atribuciones respecto a la conservación del patrimonio cultural de la nación, sino sobre todo y fundamentalmente afrontaremos con decisión y firmeza la defensa irrestricta de nuestro patrimonio cultural; y, pese a cualquier costo que pudiera cargársenos nos ponemos al frente para alzar la voz y también los brazos, para seguir trabajando dentro de los principios éticos y los valores, dentro del mandato constitucional y con la fuerza de nuestra propia identidad cultural como cusqueños y miembros activos de la comunidad nacional.
Es tiempo ya de decir basta a tanta improvisación y desatinos en la gestión del patrimonio cultural del país, es momento de detener las agresiones y atentados que provienen del mismo Sector de gobierno encargado de su tutela; es ahora cuando es necesario y urgente exigir primero respeto por el significado que tiene nuestro vasto y rico legado cultural y junto a ello exigir eficiencia en la gestión pública. No es posible dejar que continúe una dirección política del sector, que poco o nada de conocimiento tiene de la compleja y diversa problemática del patrimonio cultural en las distintas regiones del Perú.
Es momento de repensar y fortalecer la autoridad y los roles de las instituciones públicas involucradas y plantearnos reflexiones que sostengan y reafirmen posiciones coherentes y válidas para hacer lo que la ley en un estado de derecho dispone, entendiendo que la conservación y preservación de nuestra herencia cultural son el sustento de nuestra identidad cultural, nuestra autoestima y orgullo étnico, que sólo con acciones firmes y concretas que garanticen el buen destino de los bienes de nuestro patrimonio cultural, es que trascenderemos en el tiempo.
En este artículo queremos abordar dos temas de profunda preocupación actual, sobre todo, porque consideramos importan graves riesgos en los procesos de una correcta gestión de los bienes integrantes del patrimonio cultural de la Nación a partir de la instancia rectora del Estado que, como sabemos, mantiene competencias exclusivas e ineludibles; por tanto, el acontecer de su gestión cultural necesita de acciones impostergables enmarcadas dentro de la ley y que éstas se cumplan oportuna y eficientemente.
1. Un primer tema como lo señalamos al empezar nuestro texto es el proyecto de decreto supremo que pretende modificar varios artículos del reglamento de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, vulnerando la Constitución y otras leyes específicas y debilitando la protección del patrimonio cultural. Este intento modificatorio incorpora disposiciones que ponen en indefensión a los sitios arqueológicos y a los bienes inmuebles de época posterior a la prehispánica, propiciando su desaparición; por tanto, de prosperar esta descabellada regulación, se estaría contribuyendo a disminuir el patrimonio cultural de los peruanos.
Nos vamos a referir expresamente a la derogación de los CIRAs, pretensión que no estuvo contemplada en el primer intento modificatorio del mes de julio de este año, y que ahora sin ningún sustento racional que esté explicado en la exposición de motivos de la cuestionada propuesta, se ha incluido subrepticiamente procurando su retiro a nivel nacional. Si entendemos que los CIRAs constituyen una medida concreta de protección de los sitios y testimonios arqueológicos y los procesos de trámite y ejecución viene funcionando con más o menos dificultades burocráticas, pero que, no obstante van superándose, lo lógico es que antes de desaparecerlos se debería considerar fortalecer los mecanismos, logística y dotación de personal profesional para atenderlos. Entonces nos surgen muchas preguntas ¿a qué razón obedece la pretensión de derogar los CIRAs; a quienes les perturba?; ¿cuáles serían las implicancias legales para el ejercicio de las competencias de gestión que tiene el Estado a través de sus órganos competentes?; ¿se cumplirán las funciones de conservación de los bienes culturales?
Que tenemos opiniones diversas, tal vez confrontadas, eso es verdad; sobre todo si es harto conocido que el Ministerio de Cultura y sus órganos desconcentrados no tienen la capacidad operativa ni presupuestal para atender a los cientos de miles de monumentos y sitios patrimoniales que se distribuyen en todo el territorio nacional y que hoy están descuidados y empeorados, sin mantenimiento siquiera, producto de la centralización de los dineros recaudados por Machupicchu, gracias al Decreto Supremo N° 043-2022 del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). No obstante, si bien esta situación es real, no es menos cierto que somos testigos de cómo operan los intereses vinculados a las distintas actividades productivas no culturales, (minería, construcciones urbanas/o rurales, entre otros), en donde desde luego no prevalece precisamente la conservación del bien del patrimonio cultural.
Hemos sido convocados toda la comunidad cusqueña y nacional para protestar ante el peligro inminente que esta propuesta modificatoria irracional significa y estamos respondiendo, nos une el derecho de exigir respeto por el patrimonio cultural y eficiencia en la gestión pública.
2. El otro tema de preocupación e indignación justificada es la improvisación manifiesta, que se está entronizando dañinamente en el aparato estatal a cargo de la rectoría del patrimonio cultural. En pocos días se han designado e inmediatamente cambiado a los directores generales, precisamente del área de Patrimonio Arqueológico, además de otros funcionarios de otras dependencias orgánicas, que no cumplen los perfiles profesionales, pero sobre todo éticos para el ejercicio del cargo. Nos seguimos preguntando ¿hasta cuándo se seguirá experimentando? o, mejor dicho, ¿hasta cuándo se continuará tratando de imponer a amigos, exjefes y/o adherentes cuestionados y sancionados por infracciones administrativas?
Consideramos que el patrimonio cultural de la Nación y la comunidad nacional no se merecen estas conductas abiertamente desafiantes, irreverentes e irrespetuosas. Estamos convencidos que los procesos que correspondan llevar adelante para corregir las deficiencias y desatinos provocados por la inmadurez de la gestión actual y recuperar autoridad y confianza, deben considerar ampliamente en primer lugar, el significado, relevancia, valores y propósitos del patrimonio cultural como signo de identidad cultural del Perú y su trascendencia a las generaciones futuras; las competencias del Estado fijadas por la Constitución y las leyes de la materia; y, el fortalecimiento de capacidades de los órganos competentes encargados de gestionar el patrimonio cultural, entre otros.
El llamado está hecho, unámonos para detener todo acto o propósito, venga de donde venga, con la pretensión de desproteger y disminuir el legado cultural de los peruanos.
Desde el Cusco, convocamos a la nación, a generar acciones que impidan esta provocación manifiesta, de lo contrario, volveremos a las calles, a expresar nuestra indignación y parar este atropello. Si en otrora, impedimos y derrotamos la pretensión de Fujimori de construir un teleférico en el Santuario Histórico de Machupicchu con el único objetivo de elevar la carga de visitantes, hoy, paralizaremos y derrotaremos los intereses oscuros que están detrás de esta propuesta.