La infección por SARS-CoV-2 difiere mucho entre personas, mientras que unas enferman gravemente, otras solo tienen síntomas leves o son asintomáticas, todo depende de factores de riesgo individuales, como la edad avanzada, las dolencias crónicas (como la diabetes) o la herencia genética.
En otoño de 2020, Hugo Zeberg, del Instituto Karolinska (Estocolmo), y el genetista Svante Pääbo, del Instituto Max Planck (Alemania), demostraron que una variante genética heredada de los neandertales era el principal factor de riesgo genético para sufrir COVID-19 grave.
En un artículo publicado en la revista Nature, Zeberg y Pääbo determinaron que un grupo de genes del cromosoma 3 se vinculaba con un mayor riesgo de hospitalización e insuficiencia respiratoria al infectarse con el virus del SARS-CoV-2.
Variante «inesperadamente común»
Meses después, ambos investigadores estudiaron esta variante en muestras de ADN humano antiguo y observaron que su frecuencia fue aumentando significativamente desde la última edad de hielo y que ahora es «inesperadamente común».
«Este importante factor de riesgo genético para el COVID-19 es tan común que comencé a preguntarme si en realidad podría ser bueno para algo, como brindar protección contra otra enfermedad infecciosa», explica Hugo Zeberg, único autor del nuevo estudio publicado en la revista PNAS.
El factor de riesgo genético se encuentra en una región del cromosoma 3 que consta de muchos genes, algunos de ellos codifican receptores en el sistema inmunológico.
Uno de estos receptores, denominado CCR5, es utilizado por el virus del VIH para infectar los glóbulos blancos, apunta el estudio.
Menor riesgo de infectarse con el VIH
Zeberg descubrió que las personas portadoras del factor de riesgo de COVID-19 tenían menos receptores CCR5, lo que le llevó a probar si también tenían un menor riesgo de infectarse con el VIH.
Al analizar los datos de los pacientes de tres biobancos importantes (FinnGen, UK Biobank y Michigan Genomic Initiative), descubrió que los portadores de la variante de riesgo de COVID-19 tenían un riesgo un 27 por ciento menor de contraer el VIH.