De Carlos Gabriel Montes
Tuve ocasión de participar como comentarista en la presentación del libro “Lo que el cuento se llevó” de Carlos Gabriel Montes, ganador del Premio de Cuento y de Poesía del I Festival Internacional de las Artes Qosqo Tikarinanpaq 2019, durante la 6 FIL Cusco. Este año se ha señalado que peca de telurismo andino, frente a una literatura universal, poco presente en nuestra ciudad en general. Esta idea de considerar como polos opuestos local y universal, tradición y modernidad, centro y periferia, o literaturas regionales y telúricas versus literatura universal, ha activado sendos debates a lo largo de las últimas décadas. Se trata de una discusión legítima, que debe actualizarse periódicamente, ya que los circuitos editoriales han cambiado drásticamente este siglo, y el contexto actual requiere incluso de palabras nuevas como “glocal”, para referirse a esos no lugares de la posmodernidad donde las fronteras se diluyen e irrumpe el ciberespacio. “Si quieres ser universal, habla de tu pueblo, de tu aldea”, es una frase del escritor ruso Antón Chéjov, maestro del relato breve, como los que integran Lo que el cuento se llevó de Carlos Gabriel Montes. Lo universal solía estar asociado a occidente y sus bellas artes, así por ejemplo la mitología griega como literatura ha inspirado diversas obras a lo largo de los siglos, y circula por el orbe al punto que es parte del imaginario global. Así por ejemplo es mundialmente conocida la historia de Danae, hija de Acrisio, rey de Argos, el oráculo había pronosticado que su hijo mataría a Acrisio, por lo que éste la encerró en una torre. Sin embargo, no pudo evitar que Zeus, convertido en lluvia de oro, engendrara en Danae un hijo, Perseo. Cuando el rey conoció la noticia, puso a su hija y su nieto en un cofre y los arrojó al mar. Este relato inspiró a pintores desde el renacimiento, hasta el impresionismo y se hace más conocido hoy en día por las películas de Hollywood. Alguna vez un escritor mexicano, Víctor Hugo Rascón, nacido en Chihuahua, respondió lo siguiente cuando le preguntaron sobre el porqué de escribir teatro desde el interior del país. Comenzó citando a Chejov, y tras un rápido recuento de sus obras llegó a la conclusión de que las más representadas en el extranjero eran aquéllas referidas a su vida en Chihuahua. En el libro Dioses y hombres de Huarochiri, escrito hacia 1600, tenemos una historia similar a la antes referida, acerca de Cuniraya Viracocha, una de las deidades principales del panteón religioso prehispánico: En tiempos remotos había una huaca llamada Cavillaca. Como era hermosa, los huacas la deseaban, pero ninguno consiguió conquistarla. Cierto día se puso a tejer al pie de un árbol de lúcuma, y en ese momento Cuniraya se convirtió en pájaro, subió al árbol e hizo caer un fruto delante de la mujer. Ella muy contenta lo comió y de ese modo quedó embarazada, a los nueve meses dio a luz así doncella… Luego Cuniraya al conocer al padre de su hija y verlo disfrazado de mendigo huyó y se arrojó al mar de Pachacamac”. Si no hay películas en Hollywood sobre Cuniraya Viracocha, no se debe tanto a la profundidad y calidad del relato, que incluso comparte elementos con la historia de Danae, sino a distintas dinámicas de hegemonía cultural, que nos sitúan en una suerte de periferia de un mundo centralizado en diversos polos de irradiación cultural (Bollywood ha desarrollado también películas inspiradas en su propia mitología). Y es similar el circuito de distribución de libros y autores del mercado editorial en lengua castellana, de traducciones de autores de otros idiomas, entre ellas las otras lenguas oficiales del país. Pepa de lúcuma, titula el cuento final del conjunto de seis relatos que integran Lo que el cuento se llevó. Tiene a esta fruta como protagonista principal. Y traslucen un conjunto de ideas mágicas asociadas a ella, costumbres locales, insertas a su vez en un relato que trata un tema tan local como universal, como lo es la vida escolar y el bulling. Pero en claves locales, y ese es un acierto. Se trata así de una autor que lleva el acento de la región, cabe felicitarlo por el libro y por el premio, más aún por el marco en que es presentado, una feria del libro dedicada a las lenguas originarias, muy acertadamente siendo este el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.